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¿Cómo se mueven las semillas? ¿Por qué son importantes para la naturaleza? ¿Qué han significado para el hombre a lo largo de la historia? Estas fueron parte de las preguntas planteadas y resueltas por la Mg. (c) Mara Peña Egaña a lo largo de su presentación en el café Frida de Vicuña. En la ocasión se dio inicio a la séptima versión del tradicional café científico organizado por el centro científico CEAZA.

Al encuentro llegó una treintena de personas interesadas en conocer más acerca de la función de las semillas, sus adaptaciones y sus formas de dispersión en el entorno. La especialista, por su parte, se encargó de resolver cada una de las inquietudes de los asistentes.

Según lo señalado por la investigadora, el objetivo de las semillas es asegurar la descendencia de las especies, una tarea fundamental para la sobrevivencia de las plantas y también para quienes las utilizan. “La semilla es un individuo (una planta que está en otra fase) que necesita encontrar un lugar adecuado para desarrollarse y convertirse en lo que vemos a diario, es decir, una planta. No basta sólo con la producción de semillas por parte de la especie, sino que también necesitan llegar a un lugar en donde puedan germinar y crecer”, asegura Mara.

Semilla viajeras

Bajo las plantas madres es muy común encontrar gran cantidad de semillas, esto, en términos de germinación no es tan bueno, porque significa que deben competir entre si por factores como el espacio, la tierra, la luz, el agua, entre otros; además, tienen mayor posibilidad de ser depredadas por animales, patógenos, plagas u otros agentes. Por ello, deben alejarse de su lugar de origen, aun cuando al alejarse disminuya la probabilidad de germinar (por la baja cantidad de semillas en el entorno).  Este es un riesgo que deben tomar, declara la especialista, dado que necesitan colonizar otros lugares para preservar su especie y aumentar su espectro de dispersión.

IMG_5447“Con todos estos factores, la semilla tiene la misión de encontrar un lugar óptimo para germinar; para esto necesita viajar, dispersarse. Pero cómo lo logran; el secreto está en el fruto, estos están adaptados para proteger la semilla (embrión), facilitar su movilidad y conseguir su dispersión lejos de la planta madre (entre ellos están los consumidos por el hombre)”, explica la investigadora y añade que “la estructura del fruto contiene además, sustancias de reserva que permiten alimentar al embrión y a la vez, facilitar su sobrevivencia”.

Los frutos se clasifican en dos tipos, frutos secos y frutos carnosos, ambos tienen distintas adaptaciones que les permiten moverse por el entorno. Algunas de las estrategias que han desarrollado para viajar son la adherencia, la expulsión de la semilla con fuerza desde el fruto, la capacidad de volar, e incluso, hay unos que se han adaptado para flotar.

Agentes dispersores

6_M_P.jpgEntre los agentes dispersores o “medios de transporte” utilizados por las semillas están, para el caso de los frutos secos el agua, el viento y la piel de los animales. Para los frutos carnosos, son principalmente animales quienes, al comerse los frutos, se encargan de dispersar las semillas a través de sus deposiciones, o bien, por regurgitación de las semillas.

“Estos animales se denominan frugívoros y entre los beneficios que les trae digerir estos frutos carnosos está el agua, los nutrientes, las grasas, las fibras, entre otros; en tanto que la planta logra dispersar sus semillas y asegura su descendencia. Esta es una interacción mutualista, es decir, una relación donde  dichas especies (semilla-animal) se benefician una a la otra”, declara Mara.

Explica que cuando se pierde la interacción entre el animal y la semilla existen grandes posibilidades de que alguna especie se extinga. Sobre todo si se trata de especies con semillas y frutos grandes (megafaunales) que hoy en día han perdido a sus dispersores origninales dado que ya están extintos. No obstante, en la actualidad, existen casos como la palta o el cacao, o a nivel más local, el lucumillo, el chañar, el lúcumo silvestre o la palma chilena, que han logrado sobrevivir al paso del tiempo independiente de sus grandes proporciones y escasos agentes dispersores. Cabe entonces preguntarse ¿cómo es que aun viven?

Según indica Mara, una de las hipótesis que ha surgido es que otros animales estarían sustituyendo la labor realizada, hace millones de años atrás, por otros tipo de animales (por ejemplo la megafauna adaptada para transportar semillas grandes).

4_M_P.jpgEn la Región de Coquimbo se logró identificar, a través de cámaras ocultas, algunos de los animales que estarían alimentándose de los frutos más grandes, contribuyendo así, a la dispersión de sus semillas. En este ejercicio se encontraron ratones oliváceos, codornices, zorros, entre otros.

Afirma que el ser humano también se ha transformado en un dispersor de semillas. “Hay especies como la palta o el cacao, cuyas semillas son tan grandes que si no fuera por la dependencia que tiene el hombre de ellas, probablemente se hubiesen extinguido, ya que la megafauna que antaño fue capaz de dispersarlas, ya no existe”, señala.

Políticas de conservación

Para la especialista es esencial considerar el entorno cuando se tratan temas de conservación, precisamente por las interacciones mutualistas que existen entre las diversas especies de un ecosistema. “No sirve de nada proteger una especie en particular si no se considera el entorno y su interacción como parte importante para su sobrevivencia”, declara.

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