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En la foto, participantes del Taller en una de las jornadas de laboratorio en CEAZA

Con la presencia de estudiantes de postgrados y expositores chilenos y extranjeros, se desarrolló, durante cinco días, el Taller “Biodiversidad microbiana nativa – Herramientas Moleculares para la Caracterización de Microorganismos, su Diversidad e Interacción con la Planta”. La actividad se efectuó en las dependencias del CEAZA y de la Universidad de La Serena y fue organizado por el Laboratorio de Microbiología Aplicada CEAZA, liderado por la Dra. Alexandra Stoll.

El taller abordó el estudio de microorganismos benéficos, que viven junto a las plantas, aplicables en la agricultura como fertilizantes, bio-estimuladores de crecimiento vegetal e incluso como anti-patógenos vegetales.

El encuentro incluyó charlas y trabajo en los laboratorios del CEAZA. Esta es la tercera versión del evento, que ha ido paulatinamente convirtiéndose en una necesidad para postgraduados y profesionales del área.

En la oportunidad, el Dr. Massimiliano Cardinale, del Instituto de Microbiología Aplicada de la Universidad de Giessen, Alemania, uno de los expositores, explicó que este trabajo se realiza dentro de un enfoque sostenible, a fin de moderar el uso de agroquímicos o elementos contaminantes, para una utilización del suelo agrícola más responsable.

“Hoy en día el mundo ya entendió que el uso de sustancia químicas es negativo y que existen opciones más responsables. En todo el mundo, los investigadores de esta área están tratando de obtener, más o menos, los mismo resultados. Obviamente, cada país tiene sus prioridades específicas. Acá puede ser la sequía, en otro la salinidad del suelo, en Brasil los suelos ácidos, pero el enfoque es el mismo, los métodos son los mismo y, en ese sentido, este tipo de intercambio es muy importante, porque permite a todos los países avanzar de manera conjunta”, explica el Dr. Cardinale.

La Dra. Alexandra Stoll, investigadora CEAZA y organizadora del Taller, añade que este tipo de perfeccionamiento está pensado para que los profesionales del área cuenten con herramientas que amplíen el uso de métodos tradicionales de trabajo en el área de la microbiología.

Cambio climático y nitrógeno en agricultura

En la imagen la Dra. Maribel Parada, una de las expositoras del Taller.
En la imagen la Dra. Maribel Parada, una de las expositoras del Taller.

Durante la semana de trabajo se efectuaron dieciséis charlas y nueve sesiones de laboratorio. Las temáticas abordadas fueron muy variadas, desde las regulaciones legales necesarias para el trabajo del biocontrol a aspectos específicos de la convivencia, interrelación, manejo de bacterias y la dinámica entre estos organismos y las plantas.

En una de las presentaciones realizadas, la Dra. Maribel Parada, de la Universidad de la Frontera (UFRO) de Temuco, se refirió a la situación de los agroquímicos y del uso de biofertilizantes, en el contexto del cambio climático. En específico, sobre el rol e influencia del nitrógeno en el efecto invernadero.

“La Organización Meteorológica Mundial este año menciona que han subido todos los índices de químicos contaminantes en la atmósfera. Quizás el óxido nitroso, que es el que se libera de la fertilización química en agricultura, no es tan importante como es el CO2, pero aporta”.

Añade que el óxido nitroso puede llegar a tener una influencia de un 10% en el efecto invernadero, en relación a otros gases contaminantes. Puntualiza que de esa proporción liberada al ambiente, el 74% es producido por la agricultura. Además, su presencia se asociaría a otros problemas.

“El uso intensivo, poco eficiente, ha llevado a que tengamos perturbaciones en el ciclo biológico del nitrógeno y en la formación de nitratos. Ahora, los nitratos aportan al suelo, pero generan dificultades adicionales de contaminación que va al suelo, al agua, a los alimentos”.

Además, la investigadora advierte que existen vegetales que capturan una mayor cantidad de nitrógeno del suelo, que los humanos consumimos y que podría tener alguna injerencia en diferentes enfermedades. Desde esa perspectiva, asegura que en función del tipo de verdura se puede estimar la cantidad de nitrato que contendría, y que puede oscilar entre 200 y 2500 miligramos por kilo de hortalizas.

En este sentido, tanto en el laboratorio de la Dra Parada, como el de Microbiología Aplicada del CEAZA, trabajan en incentivar, motivar y aumentar la caracterización de microorganismos fijadores de nitrógeno, entre otros, para complementar el uso de agroquímicos.

Fertilización química y biofertilización

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El Seminario fue organizado por el CEAZA y financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC-R) del Gobierno Regional de la Región de Coquimbo. Además, fue apoyado por la Universidad de La Serena.

La investigadora de la UFRO explica que la fijación química del nitrógeno en los suelos agrícolas ha aumentado, lo que ha generado una suerte de hábito en el ciclo de cultivo.

“Cada vez más los agricultores se ven en la necesidad de aumentar la aplicación, porque los suelos se han acostumbrado a tener un nivel de fertilización para producir; y porque los empresarios quieren ganar dinero. Entonces, si ven que la aplicación de una determinada cantidad de nitrógeno es beneficiosa para su producción, ¿qué pasará si se aplica más?. Seguramente se generará un rendimiento mejor del cultivo y eso redundará en más dinero. Allí es donde tenemos que discutir, porque si bien se le puede agregar más nitrógeno, es muy posible que ese mejor rendimiento se manifieste solo en hojas”, reflexiona.

Al respecto, la Dra. Alexandra Stoll agrega que generalmente, al cosechar un cultivo en un predio agrícola, se retira materia orgánica y no hay reposición, la que usualmente se obtiene por fertilización química.

“La planta o una lechuga, por ejemplo, vive y absorbe cierta cantidad de nitrógeno del suelo. Si no dejo la lechuga morir allí no hay reposición de nutrientes al suelo. Nosotros hemos hecho ensayos en suelo no trabajado en actividad agrícola, pero con los componentes necesarios para poder plantar. Si se cultiva solo con los nutrientes naturales del suelo el tamaño de las lechugas es muy pequeño. Por otro lado, si aplicamos cantidades adecuadas de fertilizantes químicos, según la literatura, combinados con microorganismos se ve que hay un extra en el crecimiento”, asegura.

La Dra. Stoll plantea que según los ensayos realizados por su laboratorio se debe utilizar entre el 50 y 75% de fertilización química y el resto en microorganismos, sobre una base de literatura. “Hay que tener presente que los agricultores están expuestos al mercado de fertilizantes y sus ofertas para mejorar rendimientos. Es muy difícil ir en contra de esa interacción”.

Por su parte, Parada advierte que para utilizar microorganimos en fertilización es necesario conocer las particularidades del terreno donde se utilizarán, porque no es lo mismo que un fertilizante químico que trabaja en cualquier parte de forma similar.

El Seminario fue organizado por el CEAZA y financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC-R) del Gobierno Regional de la Región de Coquimbo. Además, fue apoyado por la Universidad de La Serena.

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